No sé por qué me da a mi que no le gusta mucho a la gente el método de la educación fuera del entorno escolar... Bueno, tendría que estar reflexionando sobre ello bastante tiempo porque yo tampoco tengo claro si me encanta o me aterra.
Es totalmente demostrable que cuenta con ciertas ventajas como la flexibilidad horaria. Esto puede ser positivo para el alumno, que si un día duerme 4 horas, no tiene por qué estar a las 8 de la mañana "dando el callo".
También me gusta la concentración, organización y control que el estudiante y su educador tienen sobre el lugar en el que se va a llevar a cabo esta educación. Además queda probado que el abandono escolar disminuye drásticamente, algo que preocupa a los tutores que no quieren llevar a los jóvenes dentro del sistema convencional, puesto que se plantean qué sentido tiene la obligatoriedad de acudir a un sistema que no da óptimos resultados.
Algo que puede ser positivo es el evitar hacer frente a situaciones que se dan en las aulas, perjudiciales tanto académicamente como para el desarrollo personal del alumno. Parece que, respecto a este último, los alumnos que no acuden a la escuela tradicional, sorprendentemente adquieren una madurez y una capacidad de responsabilidades bastante alta a edad temprana.
En el otro lado tenemos la polémica sobre si ese alejamiento de los problemas (y también beneficios) del entorno escolar es mejor para el desarrollo madurativo del alumno. Quizá "enfrentarse" a la vida entre iguales (aunque a veces no lo sean) pudiera ser mejor que la escolarización a domicilio y la socialización en las horas libres únicamente. Por cierto ¿cómo desarrollarán la capacidad de trabajo en equipo estos jóvenes? No creo que muy bien... Y esa capacidad está taaaan omnipresente... ¡Por lo menos en el plan Bolonia! Porque en el instituto, la verdad, no parece que tanto. Al menos esa ha sido mi vivencia.
La canción que dejo hoy va sobre los recuerdos de infancia: Jorge y yo de Christina Rosenvinge
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