En clase hemos desarrollado una práctica consistente en un sencillo juego: "vender" a los compañeros el contenido de una caja en la que no saben qué hay. No se trataba de objetos de alto precio, pero puede que sí de un alto valor. Por ejemplo, unos simples casos de Renfe pueden salvarte la vida (bueno, no exageremos, pero sí el rato) en los trayectos de la facultad hasta tu casa por un módico precio, pero tienen alto valor.
En este momento pienso en que siempre hemos pensado que es más sexy, provocador y motivador sugerir que mostrar. ¿Cómo lo llevamos a la práctica en la educación?.
Podríamos pensar en que sería interesante dar pinceladas sobre temas que se traten en el currículo escolar para que el alumno busque, se interese, indague, participe y, en definitiva, se implique con un tema... Pero mira, ¿cómo se consigue?. En mi humilde opinión, cuando en clase nos han mandado buscar cosas en casa, o "completar" lo que no das en una asignatura con un trabajito o una búsqueda de información en horario extraescolar han conseguido que los alumnos nos desinteresáramos, que no buscásemos nada e incluso que nos indignáramos con el profesor de turno que no es capaz de dar Grecia y Roma en clase y te manda ir a un seminario a oír cómo se explica la segunda parte del temario mediante exposiciones de 5 minutos de duración sobre obras de arte romanas que cada compañero ha tenido que buscar.
Está claro que si queremos poner en valor la educación y los contenidos curriculares, necesitamos una fórmula que sea un bálsamo, una panacea universal que salve del aburrimiento y desinterés a los alumnos.... Pero tengo un problema: yo no tengo ni idea de qué puede llevar en su composición esa fórmula.
Hoy dejo aquí una canción en francés que es la que escucho mientras escribo esto. Es música alternativa/indie/electrónica/rap y a la vez suena sexy, a ver si poniéndoselo a los chavales en la clase de francés igual les motiva. El grupo es Odezenne y la canción Souffle le vent
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