En mi humilde opinión no podemos ser superintransigentes, hay veces que se llega tarde. Si esto se ocurre sin querer (algún día se te han pegado las sábanas porque no puedes pegar ojo y tus biorritmos no son como los de la mayoría, estando destinado a una tortura de vida de levantarte a las 8 de la mañana cuando tú rindes verdaderamente a las 2 de la mañana), es entendible que puedas retrasarte de vez en cuando un poco.
Lo que no es tolerable es que llegues tarde a propósito porque te quedes haciendo novillos o por lo que quieras y, además, interrumpas el normal funcionamiento de la clase cuando entres. En ese caso debemos actuar, no solamente avisando a los padres o tutores, sino que debemos tomar medidas.
Expondré las medidas que se tomaban en mi centro: cuando llegabas tarde 3 o más veces, te contaba como una falta injustificada. Cuando sumabas 3 faltas injustificadas, tenías que venir 2 o 3 horas por la tarde a la biblioteca y, estudiaras o no, ahí estabas.
No es una medida ideal, en mi caso se aplicó 3 o 4 veces, pero no se demuestra una gran resolución del problema. Debemos implicarnos más en el por qué llega tarde el estudiante, qué podemos hacer nosotros para solventar esos retrasos, ver si intervienen problemas derivados, por ejemplo, del tráfico que su autobús desde un pueblo aledaño tiene, etc.
Tomar una decisión punitiva no siempre es fácil y las cosas no deben ser blancas o negras, la vida es un montón de grises y esto ha sido una cursilada que siempre nos han dicho, pero es verdad.
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